El tránsito de un Eco soñador hacia el Sector Público
El tránsito de un Eco soñador hacia el Sector Público
Empecé a estudiar Derecho con el firme propósito de adquirir las herramientas necesarias para ayudar a transformar la realidad social, y aportar mi granito de arena al desarrollo y progreso del país. Después de recibir el título profesional, descubrí que el camino indicado para avanzar hacia una sociedad más consciente, crítica y constructiva sería la educación, y que el mejor lugar era el colegio, que es la base de formación de una persona, en donde aprende a relacionarse con sus pares y adquiere el sentido de lo que hoy se menciona mucho pero se ejecuta poco: la convivencia y la tolerancia.
Con esa convicción, me presenté a Enseña por Colombia y fui asignado como docente en una región apartada y olvidada por el Estado, el Urabá antioqueño. Allí, entendí el pensamiento de muchos estudiantes que se ven limitados en recursos y en estudios, y que forman su personalidad y carácter con base en el contexto social en el que habitan, añorando un futuro mejor, que en cierta medida desconocen por esas brechas invisibles que nos han impuesto la historia y los malos gobiernos. Viví en parte sus necesidades, compartí sus sueños y siempre estuve dispuesto a brindarles una sonrisa y a llevarlos a interiorizar la importancia de la educación a través de la curiosidad, que es la base para la reflexión y el conocimiento.
No obstante, los dos años en los que tuve la oportunidad -y felicidad- de enseñar, me di cuenta que esa realidad y limitación en muchos casos era desconocida por las autoridades. Fue entonces, cuando me propuse ingresar al sector público y conocerlo, pues, después de vivir la experiencia de estar en un aula de clase y conocer el entorno de una comunidad educativa, debía “ponerme en los zapatos” de quien desde arriba orientaba las políticas y ejecutaba las estrategias en el sistema educativo con el fin de ayudar más adelante a orientarlas hacia los niños, niñas y adolescentes de las zonas rurales que más lo necesiten. Al fin al cabo ese era mi objetivo en la Universidad, lo fue en Enseña por Colombia y lo será en cada paso que me proponga.
Gracias a ese anhelo, a la voluntad y dedicación que he tenido, ingresé al Ministerio de Educación Nacional, el máximo órgano educativo del país, en el Viceministerio de Educación Preescolar, Básica y Media. Una suerte que me ha permitido comprender los esfuerzos que se han hecho por años para avanzar en calidad y disminuir las brechas que descubrí cuando fui profesor.
Allí conocí estrategias importantes que hasta hace unos años eran impensadas, como el Programa Todos Aprender (PTA), que dispone tutores para acompañar el proceso pedagógico de docentes mejorando el proceso de enseñanza-aprendizaje; Jornada Única, que busca aumentar el tiempo en el desarrollo de actividades pedagógicas y fortalecer las competencias básicas de los estudiantes; Preescolar es una nota, que tiene como objetivo garantizar el desarrollo integral del menor a través de la interacción con su entorno y la vinculación con su familia; y Generación Pacífica, que busca formar jóvenes en el desarrollo de competencias ciudadanas que puedan ser replicadas en su comunidad.
Esos programas y/o estrategias, por solo nombrar algunos, se han constituido en ejes importantes de la calidad educativa para Colombia. Además, me permitieron acercarme y contrastar lo vivido en un aula de clase con la realidad que asumo desde una oficina que desarrolla las políticas del sector. Trabajar en el ámbito público no solo me llena de satisfacción por la conciencia de que lo que haces beneficia o perjudica a los demás (una motivación más por hacer las cosas bien), sino también, porque me ha permitido conocer y reconocer los esfuerzos que se hacen diariamente por mejorar la educación en todos los territorios. ¿Falta mucho? Sí, pero lo importante es que ya comenzamos y que no podemos detenernos en el ambicioso objetivo de ser el país más educado para el año 2025.
Encontrarme en el sector público me permite comprender las fortalezas y debilidades del sistema educativo, desde lo general, pero haber estado en Enseña por Colombia, y en un salón de clases, me permitió conocer la realidad del estudiante y del docente. Ahora sigo siendo el soñador que era hace unos años, aunque con más fuerza y contexto de la educación en Colombia. Quiero seguir en el sector público porque desde ahí se pueden aplicar y desarrollar las herramientas que me propuse alcanzar cuando ingresé a la Universidad, pero, sobre todo, porque me llena de orgullo poder representar las voces de muchos estudiantes con los que compartí y con los que algún día espero luchar para equilibrar la cancha de la desigualdad entre la zona rural y urbana, y entre el sector privado y público.
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