La luna creciente de Dibulla: una sonrisa en el cielo estrellado.
Recordamos el primer día llegando en carro a Dibulla desde Riohacha, después de haber visto el mar desde el aire. ¿Dónde las dejo? Nos preguntó el conductor. “Señor, la verdad solo nos dijeron que es al lado de Doña Tere, la de las arepas.” Llegamos a la casa de Sofi, que acababa de terminar sus dos años aquí en Dibulla, y quien nos acogió en su apartamento sin conocernos. Lo primero que hicimos después de dejar nuestras maletas fue cambiarnos y salir a buscar el mar. Sin saberlo, llegamos a lo que llaman La Boca, lugar donde desemboca el Río Jerez en el mar Caribe. Llegó el atardecer y salió la luna creciente.
De eso ya hace un mes y hoy nos reunimos para charlar y reflexionar sobre nuestra experiencia. ¿Cómo han cambiado las personas que éramos hace un mes? ¿Cómo somos hoy?
Pau: Estaba muy a la expectativa, preparada para todo. No sabía que iba a encontrar, qué es la Guajira, cómo era el colegio, solo sabía que tenía que tener un “casco” por si cualquier cosa. Me tiro de cabeza, ¡pero con casco! Todavía no lo siento real. Ya sentando las expectativas, creo que todo se está poniendo en su lugar y debo ajustarme al ritmo que es diferente. Voy ahí, aprendiendo a navegar en el mar.
Lau: Yo tampoco sentía real esta llegada a un territorio nuevo. Sentía el comienzo de una gran aventura donde todo es posible. Aunque solo ha pasado un mes, me siento muy cómoda. Hemos conocido a muchas personas bellas en poco tiempo y entre todos se ha conformado una comunidad de apoyo, consejos, muestras de cariño, mangos regalados, caminatas compartidas. Me hacen sentir que estoy en un lugar que tiene mucho que ofrecer y yo mucho que aprender, con ganas también de aportar lo más que pueda.
En este proceso la presencia, apoyo y amistad de Manu y Sofía, las Alumni que nos antecedieron Manu y Sofía, han sido una ayuda inmensa. Nos acompañaron desde antes de llegar al territorio, resolviendo dudas, contextualizándonos, compartiendo aprendizajes, materiales y palabras. Rápidamente hemos aprendido que la comunidad de Dibulla es muy generosa, nos han abierto las puertas y nos brindan apoyo. Conocer a nuestros y nuestras estudiantes nos motiva mucho para seguir aquí, en estos procesos de aprendizaje, enseñanza y transformación. Ya empezamos a tejer una red de apoyo alterna a la que tenemos en casa.
Y por último, nos ilusiona y ayuda muchísimo saber que al final del día podemos ir al mar, río o la sierra. Esto se siente como un gran regalo.
Laura Cristina Rojas Zerda y Paula Camila Moreno Espinosa
Ecos en Dibulla y La Punta de los Remedios (La Guajira)
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