De Bulgaria a Latinoamérica
De Bulgaria a Latinoamérica
Del 25 al 28 de octubre, se desarrolló en Bulgaria la Conferencia Mundial de la Red Teach for All “Re-imaginando la Educación.” Asistieron 600 personas de por lo menos 40 países con el fin de escuchar acerca de los últimos hallazgos y apuestas de aprendizaje que alrededor de la red se han venido estructurando con el fin de garantizar que todos los niños del mundo tengan una educación de calidad.
He asistido a conferencias como estas en distintas partes del mundo y a varios eventos de educación en Colombia. Líderes escolares, representantes de instituciones gubernamentales, académicos, expertos y docentes hablan de la necesidad de transformar la educación, ponen en evidencia, con cifras y sin ellas, las consecuencias que ha tenido un sistema obsoleto, viejo, paquidérmico, burocrático. Hace falta mirar al mundo, a nuestro país, asomar la cabeza por la ventana si quiera, para entender que estamos haciendo algo mal y que la educación puede ser una de las fuentes.
Pero esa fuente tiene a su vez un origen. Llamar a este sistema obsoleto es asumir que en algún momento de la historia funcionó. Y la verdad es que la escuela de hoy, como producto de la sociedad industrializada, ha sido siempre un espacio de control que desde su nacimiento ha dado estructura y permanencia a una economía que segrega y oprime. Fue la valoración del conocimiento y el refinamiento intelectual lo que le permitió a personas de la clase baja y media resistir durante algunos años a una educación que se concentra en producir individuos más “empleables” y no, como propone John Dewey, seres humanos libres unidos por un principio de equidad.
Hoy después de cincuenta años tenemos la posibilidad de detenernos, mirarnos al espejo y hacer un acto de valentía para construir un camino mucho más auténtico y pertinente para nosotros mismos.
Es por eso que quiero centrar esta reflexión en lo que resonó en mi cabeza durante la conferencia y que tiene su origen en lo que creo que un país como Colombia necesita y que seguramente puede sonar pertinente para Latinoamérica: Hoy después de cincuenta años tenemos la posibilidad de detenernos, mirarnos al espejo y hacer un acto de valentía para construir un camino mucho más auténtico y pertinente para nosotros mismos. Nos encontramos frente a la oportunidad de abandonar nuestro transitar tras modelos externos y entender que hemos fallado en haber elegido el propósito de parecernos a Norte América o a Europa.
Hasta esta conferencia la misión de la red era llevar educación de calidad a todos y cada uno de los niños del mundo. Por años la discusión estuvo entonces alrededor de intentar definir qué es una educación de calidad y entenderla de manera más anclada al contexto. Modelos en donde ir a la universidad puede ser contraproducente para las dinámicas socio-culturales de una comunidad o en donde el desarrollo entendido en su sentido más tradicional amenaza el patrimonio histórico y la cosmogonía de los pueblos, nos obligaron como red a hacernos preguntas que retaban el modelo de “Enseña por …” desde la raíz.
Wendy Kopp, CEO de la red, inicia la conferencia presentando la nueva misión de TeachForAll: “Desarrollar liderazgo colectivo para asegurar que todos los niños tienen la oportunidad de alcanzar su máximo potencial” Unos segundos y algunas horas para digerir lo que esto significa, para conversar, para visualizar. Y dos puntos principales que trataré de ilustrar desde lo que fueron para mí los momentos más decisivos de la conferencia. Liderazgo colectivo y pertinencia local.
Hablamos entonces de un liderazgo que ya no tiene como centro un individuo; el más articulado, el más elocuente, el que levanta la voz; sino que tiene como centro las necesidades particulares de una comunidad que se percibe a sí misma como tal, en donde prevalece el bien común sobre el bien individual y en donde la competencia se redefine. Un liderazgo que como dijo claramente Prianka Patil, una de las estudiantes asistentes a la conferencia, también tiene silencio. Que como definió Joshua Windsor, también estudiante, está hecho de pequeños actos, desde quien sostiene una puerta hasta quien recolecta dinero para algo en lo que cree. Un liderazgo que tiene raíces en decisiones y necesidades colectivas.
Nedgine Paul CEO de Anseye Pou Ayiti (Enseña por Haití) dio luz a esto de manera contundente. Arranca reconociendo la carga histórica y política del lenguaje por lo que se opone a llamar a su programa “Teach for Haiti” y con este símbolo sienta el precedente de un programa bien pensado, que anda a una velocidad distinta y para el cual la “cobertura” no es prioridad si es comparada con la profundidad del aprendizaje. Desde este reconocimiento de la historia como eje del presente, Nedgine nos recuerda que si hay un arma efectiva a la hora de ejercer control sobre una comunidad es la educación y que por lo mismo ha sido el arma colonialista por excelencia. Habla de la necesidad de una educación que arranca por pelar poco a poco las capas de una identidad impuesta por modelos hegemónicos. De una búsqueda de lo propio y un desaprender desde el principio del discurso “reparador” del colonialismo que deja a los miembros de las comunidades sintiendo que hay algo mal acerca de ellos mismos.
En Anseye Pou Ayiti varias cosas funcionan distinto. La más visible; las cohortes mixtas; que no son otra cosa que tener en un mismo grupo de profesores seleccionados, jóvenes profesionales con vocación por la pedagogía, pero sin experiencia de aula y docentes que tienen entre 2 y 15 años de experiencia no solo en el salón de clase sino como miembros de las comunidades. Que en palabras de Nedgine, han respirado estas realidades durante décadas y que están en capacidad de traer elementos como las canciones tradicionales, rituales y juegos de barrio como herramienta de aprendizaje a cada una de sus clases. Junto con esto un trabajo muy cercano con docentes y rectores que no son miembros de Anseye Pou Ayiti que nutren los procesos pedagógica y culturalmente. En conclusión, la firme convicción de que este programa existe en Haití no por ayudar o salvar a nadie, sino que existe en función de la búsqueda de justicia.
Cuando uno escucha a Nedgine es imposible sentir que le habla de manera directa a Latinoamérica, a nuestros países que sin duda pudieron perderlo todo en ese proceso cruel e invasivo de la colonia y que sin embargo tienen aún puntos brillantes de resistencia que son ejemplos para el mundo. Como ella, países como Chile y Uruguay han logrado darle la vuelta al modelo de Teach for America y entender tanto su potencial como sus peligros.
Como conclusión, después de la revisión de las ideas de los jóvenes, un futuro significativo tiene más que ver con una manera de ser en el mundo que con una manera de lograr.
Tomás Vergara de Enseña Chile nos invita, por ejemplo, a dejar de hacer. En la búsqueda de diseñar modelos realmente centrados en lo que es un futuro significativo para nuestros estudiantes, nos pide que abandonemos las matrices de evaluación, las preguntas preconcebidas, la experticia y nos conectemos. Escuchar con humildad para descubrir la voz en nuestros estudiantes escondida debajo de los papeles sobre el escritorio. El equipo de Enseña Chile, con este objetivo en mente, se dedicó a pasar tiempo con ellos, involucrarlos en los procesos de manera más intencional y fundamentar sus decisiones más importantes en sus ideas, no de manera simbólica, sino literalmente. Como conclusión, después de la revisión de las ideas de los jóvenes, un futuro significativo tiene más que ver con una manera de ser en el mundo que con una manera de lograr.
Martín Fernández de Enseña Uruguay, está alineado con Nedgine en tanto la búsqueda de justicia es el motivo principal de su programa. Entender desde la piel cómo se siente la inequidad desde el salón de clase es lo que logra con sus colaboradores y financiadores cuando los reta exponiéndolos a un ejercicio de empatía que tiene como base historias reales de niños uruguayos para quienes el lugar en donde nacen define un futuro con menos libertades.
Como Nedgine, Tomás y Martín han logrado reconocer realidades dentro de sus comunidades que necesitan ser rescatadas para hacer una apuesta educativa que permita la entrada de modelos de éxito distintos, que ponga a los niños en el centro y que, aprendiendo de los otros, no compra todo lo que le venden, porque no todo les sirve a todos así esté bien mercadeado. Hoy son, para el resto de países, corrientes de aire fresco que inspiran. Pequeñas revoluciones.
La educación transformadora que todos soñamos no va a darse en un salón de clase. O mejor, no va a darse solamente en un salón de clase. Para transformar el sistema educativo necesitamos docentes que sienten y respiran sus comunidades, que desde su interés genuino trabajen por reflexionar constantemente sobre su práctica y por generar espacios de conversación y disertación con sus pares. Docentes que reten lo que hemos asumido como correcto por años, que sean sujetos críticos y tengan una voz propia.
Necesitamos líderes educativos dispuestos a abrir las puertas de las instituciones a la comunidad para que el salón de clase y la casa dejen de ser cajas negras en donde cada niño lidia con el adulto que le tocó lidiar. Necesitamos estudiantes que se sientan seguros y protegidos. Niños y jóvenes que reflexionen sobre la validez de las afirmaciones que escuchan y que construyan sus argumentos a partir de las conclusiones que su propia construcción genere. Que sientan que los adultos a su alrededor están ahí para retarlos, pero también para custodiarlos y llevarlos de la mano hasta que ellos estén listos para hacer lo mismo por otros. Necesitamos académicos que caminen un poco más los territorios y a la hora de escribir informes, tengan caras que ponerles a las estadísticas. Necesitamos padres que dejen de creer que lo mejor que les puede pasar a sus hijos es no ser como ellos. Necesitamos parar y conectarnos.
Por encima de todo es necesario dejar de esperar que estos modelos y estas soluciones lleguen desde arriba. Porque a los de arriba no les sirven unos niños que piensan, construyen y resisten principalmente porque con los años, de manera inevitable, se convierten en adultos que piensan, construyen y resisten. Y es ahí en donde, esos pequeños actos de los que hablaba Josh, ese liderazgo silencioso del que hablaba Prianka, esa búsqueda de la verdad y la justicia que encarna Nedgine, esas pequeñas revoluciones, se suman para crear un futuro en donde, como ha descubierto Enseña Chile, nos preocupamos por ser antes de preocuparnos por lograr.
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