Transformando por un sueño. USAID y OIM Colombia
Transformando por un sueño
USAID y OIM Colombia
Siempre soñé con ser docente. Recuerdo que de niña acompañaba a mi madre a su lugar de trabajo, un jardín infantil, en el que ella junto con otros niños y niñas, cantaban, jugaban y aprendían sobre letras y números, yo también participaba de las actividades; además de preguntarme: ¿qué tenía que hacer ella para que nosotros estuviéramos felices en el jardín?
La respuesta nunca llegó, esa pregunta se quedó en mi cabeza por mucho tiempo y aparecía cuando estaba en clases con algunos docentes que me acompañaron durante la primaria, el bachillerato e incluso la universidad. Por alguna razón no entendía cómo lograba recordar a éstas personas después de tanto tiempo, pero sentía mucha felicidad al hablar del tiempo compartido con ellos y ellas en clases.Ese fue el combustible para tomar decisiones con miras al futuro, yo quería seguir aprendiendo para brindarle a otros niños y niñas una educación como la mía; inspiradora y feliz.
Al final, opté por estudiar Relaciones Internacionales porque contenía, según el plan de estudios, todas aquellas asignaturas en las que yo consideraba podía dar todo de mí. Además identifiqué que la palabra «transformación» era parte fundamental en el proceso de formación. Entonces surgió una nueva pregunta en mí ¿qué me gustaría transformar?
Recuerdo que cuando estaba en cuarto semestre de la universidad enfrenté el primer reto, porque casi suspendo mis estudios, ya que mi familia no contaba con los recursos necesarios para que continuara mi proceso de formación. Me sentí frustrada, sentía que mi sueño de ser profesora se estaba derrumbando. Sin embargo, en ese momento decidí confiar en mí y buscar el apoyo de mis profesores.
Me encontré entonces con un espacio llamado CREE -Centro de Recursos para el Éxito Estudiantil- en el cual me permitieron vivir el primer acercamiento a mi sueño; pero no en calidad estricta de docente, sino como una orientadora y acompañante. Durante 15 meses acompañé y apadriné a otros estudiantes de mi carrera que estaban teniendo inconvenientes con sus estudios, a nivel psicológico o académico, y trabajé de la mano con personas de distintas disciplinas con el objetivo de darles la oportunidad de superar sus dificultades.
Mi misión dentro del CREE era apoyar y orientar a mi equipo de estudiantes para que superaran su condición de riesgo académico, descubriendo juntos el estilo de aprendizaje de cada uno de ellos. Sin embargo, más allá del trabajo, hice mi primer descubrimiento:que los estudiantes eran felices durante las clases al compartir lo que sabían con otros, al escuchar al otro y al reconocer los logros del otro. Además, aprendí que no debemos ocultar nuestros retos sino que debemos permitir que otras personas nos ayuden a superarlos.
Aún tenía muy presente la pregunta ¿qué quiero transformar?, hasta ese momento sentía que no lograba resolverlo. Así que decidí tocar, una vez más, las puertas de mi confianza, esta vez con la motivación de que ser escuchada era importante. Entonces, busqué la guía de una profesora, a quien admiraba, y gracias a eso terminé trabajando en investigación, lo que me permitió aprender aún más de su labor como docente. En medio de ese proceso, recibí una invitación para trabajar con su equipo de investigación en un proyecto sobre «Pensamiento Crítico y Enseñanza de la Filosofía», en donde trabaje con profesores del sector público de la costa caribe. Fue allí donde hice mi segundo descubrimiento: quería transformar la manera en cómo nos relacionamos con nuestro interior. Lo que era nada más y nada menos que la empatía.
Con estos descubrimientos en mente, decidí conversar con mi profesora para reiterarle mi deseo de ser una docente que le apuesta al cambio. Es allí cuando ella me habla de Enseña por Colombia, y de cómo sería un espacio idóneo para mi proceso. Hoy estoy disfrutando mi segundo año como Eco, docente de Enseña por Colombia, en Barú, corregimiento de Cartagena, y estoy poniendo en práctica todas aquellas cosas que aprendí en las diferentes etapas de mi vida.
Enseña por Colombia me ha permitido demostrarme que todo es posible, que es posible transformar con pequeñas acciones, por ejemplo: cuando los estudiantes resuelven los conflictos de una forma pacífica, o cuando por más difícil que parezca aprender inglés juntos celebramos cada palabra que aprendemos; también cuando en las reuniones los padres y madres agradecen el aporte que se ha hecho en la vida de sus hijos e hijas, incluso en la de ellos o ellas como padres.
Sin embargo, ser Eco es aprender a vivir la vida de los otros, esto quiere decir, experimentar situaciones de gloria e indignación dentro de la comunidad en la que estamos. En Barú no gozamos de servicio de energía estable, tampoco tenemos centro de salud y ni hablar de las condiciones educativas para los y las estudiantes. Pero, son estos retos los que convierten mi papel como Eco en algo más que un rol, lo hacen una misión. Elevan esa responsabilidad en un compromiso por transformar a la comunidad a partir de la empatía, para vivir a pesar de esos problemas y dejar ese sentir instalado en mis estudiantes.
No podríamos apostarle a la transformación de nuestras comunidades sin el apoyo de USAID y OIM Colombia, que en un trabajo conjunto con Enseña por Colombia nos brinda la oportunidad de convertir las dificultades en planes de mejora, que se construyen desde las aulas de clases a partir de proyectos, y permite a niños, niñas y jóvenes ser agentes de cambio en su territorio.
Por todo lo anterior, quisiera continuar transformando mi realidad desde una organización orientada a la educación, ya sea un colegio, una universidad, una ONG o una organización gubernamental, y hacerlo con el apoyo de todas aquellas personas que cada día se suman a este gran reto en Enseña por Colombia, para lograr, no sólo mis metas, sino las de mi familia, mi escuela, mi comunidad y mi país.
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